OSCAR AGUAD
Quizá más célebre por sus tuits ridículos como ministro de Comunicación que por su defensa de ex represores en Córdoba, Oscar Aguad ocupará un puesto peligroso desde el que quizá pretenda hacer realidad su sueño de calificar a los cortadores de calles como “terroristas”.
Podría llamarse Historia del Inútil que Llegó a Dos Ministerios y el asunto da para la chacota, aunque más da para la vergüenza y la preocupación.Oscar El Milico Aguad es un radical cordobés híper conservador y más bien bruto que fuera de su provincia ha conocido una dudosa aunque relativa popularidad por su propensión a decir pavadas. Se destaca de lejos por ser el político argentino que más gastes ha padecido en las redes sociales por exhibir, nada menos que como ministro de Comunicaciones, una ignorancia apoteósica sobre cualquier cosa que tenga que ver con eso que hace muchos años llamábamos Nuevas Tecnologías. Tan, pero tan nabo es en esa materia que no domina, que hasta los diarios La Nación y Clarín se dedicaron a cargarlo.
Ustedes deben recordar este tuit suyo:
“Las redes sociales te comunican con quienes más querés, pero también te exponen a personas que quizás no quieras vincularte”.
O esta otra maravilla:
“A mí lo que me tiene sorprendido es lo que viene en materia digital. Lo que se va a poder hacer a través de Internet y vía digitalización. Prácticamente todo va a ser digital. Usted se va a sacar una radiografía en La Rioja y se la va a poder analizar un hombre en Boston y le va a poder diagnosticar el remedio que por otra aplicación lo va a comprar en la farmacia sin moverse de su casa”.
El ministro de Comunicaciones -¿y su equipo de asesores?- no sabía en su babeo que lo digital lleva un tiempito en el mundo y que las interconsultas médicas vía Internet ya tenían para cuando dijo eso al menos una década de historia. Cada vez que Aguad tuiteó alguna cosa lo siguieron los memes como cariñosos perros de presa. Lo compararon con el personaje más idiota de los Simpson, con la modelo boluda que encarnaba Juana Molina, con el peor Benny Hill posible.
El mejor equipo de los 50 años, campeón de la modernidad y las comunicaciones, llevaba como capitán a eso que las abuelas llamaban un papafritas.
Tonto pero peligroso
Hasta aquí la parte de la joda presunta. Porque el lugar de poder al que lo llevó Mauricio Macri –Comunicaciones- no era ninguna pavada. Aguad fue de los más fieros espadachines contra eso que en tiempos la oposición al kirchnerismo se denominó Ley Mordaza. Que se llenara la boca de expresiones como República y libertad de expresión ya es asunto viejo y gastado. Más grave es que llegara a semejante lugar de poder mediante un decreto de necesidad y urgencia que subordinó casi todo lo bueno que tenía la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual a su ministerio, así como virtualmente se disolvió o congeló a la AFSCA por un decreto simple.
En aquellos días iniciales del macrismo, cuando el presidente quiso designar a dos jueces nuevos en la Corte Suprema también a decretazo, la respuesta de Aguad fue increíble de sesuda y de sutil. Su argumento fue que ninguna ley podía limitar la libertad de acción del Presidente.
Lo sucio, lo malo y lo feo
Se sabe que al Milico Aguad se le llama así por las fotografías que lo muestran junto al represor Luciano Benjamín Menéndez. Las fotos corresponden a un acto de 1997 presidido por otro cordobés conservador: el ex gobernador Ramón Mestre (o Mestre padre).
Las cosas van más allá.
En octubre de 2010 el periodista y escritor Mariano Saravia, entonces director de Radio Nacional Córdoba, dijo ante la Justicia (en una audiencia en la que los principales acusados eran Jorge Rafael Videla y Luciano Benjamín Menéndez) que Aguad sabía que un policía en actividad en la provincia había sido también represor. Se trataba de Carlos “Tucán” Yanicelli, quien había formado parte del aparato policial cordobés durante la última dictadura. La cosa es más dura: Yanicelli había sido designado nada menos que como Jefe de Inteligencia de la Policía. En un libro suyo, La Sombra Azul, contando con el testimonio de Luis Urquiza, un ex policía torturado en el Departamento de Informaciones de la policía provincial (D2), Saravia ya había contado cuál era el rol de Yanicelli en ese centro clandestino. Dijo en el juicio que cuando el fiscal de Estado Alberto Zapiola le reprochó con otras pruebas sobre el pasado de Yanicelli al gobernador Mestre la permanencia del ex represor en su cargo, Mestre le dijo que un ministro suyo le había dicho que Yanicelli era “un tipo de confianza”. El ministro aludido era el Milico Aguad. Aguad se metió en la discusión, la cosa se puso espesa. Aguad dijo del ex represor que estaba “haciendo las cosas bien” y el fiscal le dijo:
-Yo no sé qué hace ahora, pero este informe dice que fue un torturador y vos no me digás si puede serlo o no porque vos, Milico, en los años 70 estabas jugando al rugby.
En El Diario del Juicio, una publicación cordobesa especializada en el seguimiento de los juicios por violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante la última dictadura, se contó alguna vez también que cuando aquel ex policía de la D2, Luis Urquiza, quien fue torturado por sus propios camaradas, denunció la presencia activa de hasta cien policías más que se habían desempeñado en la dictadura, Aguad lo amenazó por radio dándole a entender que él no podía garantizar su seguridad. Urquiza eligió irse de la Argentina, rumbo a Dinamarca.
Oscar Aguad pasó a ser diputado nacional en 2005, llegó a presidir la bancada de su partido entre 2007 y 2010 y fue vicepresidente de la Cámara Baja dos años. Desde ese puesto, el Milico que ahora pasa a ministro de Defensa presentó un proyecto de Ley Antiterrorista que contemplaba a los cortes de ruta como eso, terrorismo.
Hay otro antecedente bien bonito en su carrera política, cuando durante el gobierno de Fernando de la Rúa Aguad fue durante nueve meses interventor federal de Corrientes. De aquella experiencia nacieron unas cuantas causas judiciales en su contra por corrupción. Las “irregularidades” consistieron en la toma de un empréstito con el Banco de la Nación por 60 millones de dólares. Eran todavía los tiempos de la convertibilidad pero la comuna de Corrientes no se endeudó en pesos, sino en verdes. Se supone que el empréstito era para saldar deudas de la ciudad de Corrientes. Pero a la hora de terminar las operaciones los verdes se trocaron por bonos provinciales de la época, los Cecacor (Certificado de Cancelación de Obligaciones de la Provincia de Corrientes, que entraron en circulación en el año 2000, en plena intervención federal). Los Cecacor cotizaban entonces al 30 por ciento del valor del peso. En noviembre de 2015 una web de la provincia, www.nortecorrientes.com, publicó que “el trueque leonino se convirtió en una maniobra fraudulenta monumental. Aguad fue el artista”.
En mayo de 2014 la Corte Suprema de Justicia de la Nación sentenció la prescripción de la causa, dando lugar a un recurso de queja presentado por su abogado defensor, aun cuando su procesamiento había sido confirmado por el Superior Tribunal de Justicia de Corrientes.
NOTA DE: EDUARDO BLAUSTEIN. en: http://www.so-compa.com/politica/prontuario-de-la-bestia/
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